lunes, 23 de febrero de 2009

ADN... ¡al rescate!











La vida está llena de casualidades. Algunas son tan naturales que recaen en la cotidianeidad, otras son tan atípicas que seguramente piensas que nadie jamás las ha vivido antes, y las menos, recan en el rango de lo inexplicable... como si aquello que te pasó fuera sólo el primer paso hacia la salvación.

No, no me he convertido a ninguna secta religiosa. Lo cierto es que hay momentos casuales que al llegar a tu vida se convierten en la forma más rápida de entender que no hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista. Así me sentía un par de semanas atrás y así me sentía justo esta mañana: hecha polvo y con una nube gris sobre mi cabeza.

Y sí, ya antes me he sentido tan mal que he tenido ganas de dormir eternamente sin que ningún príncipe inoportuno ose despertarme (por muy parecido que sea a Gerard Way). Digamos que todo a mi alrededor carecía de color y la vida misma me parecía un cúmulo de cosas tan patéticas que rayaban en lo intolerable. En pocas palabras, estaba en fase emo... y no.. no pretendía, ni por un minuto, salir del bache.

No obstante, ahi mismo es cuando la casualidad de ADN hizo que yo abriera los ojos y me sintiera motivada. Y no es que de pronto me diera cuenta que mi material genético es de calidad insuperable (que lo es, dicho sea de paso). Sino más bien que dos veces seguidas una columna de un diario gratuito que se entrega a la entrada de la estación de metro me dio la lección más importante de mi vida: no tengo que ser estúpida.

La primera casualidad vino de la mano de la columna "Hartículos" de Risto Mejide. Cabe mencionar que yo, por muy extraño que suene, no cuento con televisión, por lo que no tenía ni idea de que él fuera jurado del programa OT. Luri me lo comentó y luego Mony me lo confirmo. Una me dijo que era un asco de persona y la otra que representaba el personaje del "malo" del reality, pero que en realidad, no era tan borde como parecía. Honestamente, a mi me tiene sin cuidado si es un completo desgraciado o un alma de Dios bajada del cielo a patadas, lo realmente importante es que él me dijo a través de su texto "Que llueva, que llueva" justo las palabras que yo tenía que escuchar: que los tiempos difíciles son extraordinarios. Que vivirlos es la única forma genuina que tenemos para apreciar lo que alguna vez tuvimos, lo que ahora tenemos y lo que muy seguramente intentaremos recuperar. Que el infortunio colectivo reconforta, pero que al final, no puedes pasarte la vida lloriqueando en espera de que alguien te rescate y enfrente por ti al monstruo de la depresión, porque ese alguien no existe, nunca existió y por obvias razones, jamás existirá. So... a rascarte con tus propias uñas que de eso se trata la vida: de que sea jodida, pero contenta (sí, me robé la frase consentida de Miri de la rola de Concha Buika).

Cómo seguramente pensarán, después del punto de genialidad que el señor Mejide instaló en mi cabecita, todo tendría que ir mejor. Pues no, porque así soy yo de negativa y derrotista. Basta que atenten contra mi precaria auto-estima y que señalen lo inútil de mis más anhelados esfuerzos, para que la fase emo se reinstaure en mí con un poderío extraordinario. Volvió la depresión, la falta de hambre, la soledad y la angustia... sobre todo eso... la angustia de pensar que a muchos kilómetros de Madrid, estaba a punto de explotar una bomba que alguien con muy mala fe había accionado para convertir mi ya muy complicada vida en una rotunda pesadilla. Estaba hecha polvo. Triste, decepcionada, incluso podía decir que completamente devastada, y fue entonces que la casualidad hizo de nuevo su acto de aparición de la mano de Lucía Etxebarria y su columna "The End" en ADN.

Debo decir que no sé nada de Lucía. No sé si sale en la TV o sólo escribe para ADN. Lo cierto es que en mi total ingenuidad sobre su persona, sus textos siempre han sido de mis favoritos y por ello todos los lunes me apresuro a terminar de hojear el diario para deleitarme con sus palabras. Esta vez no fue la exepción... aunque puede que sí lo fuera. Puede que en el fondo al leer el título de "Las malas lenguas", intuyera que en realidad algo completamente diferente pasaría cuando terminara de leer. Y pasó. Y fue así porque ella dijo justo lo que en esta ocasión necesitaba escuchar: la hipocresía es un grave defecto moral pero una gran virtud política, y por lo mismo, todos se sienten con el poder de utilizarla para criticar, para difamar y para herir. No obstante, pese a que son muchos los que hablan mal, son muy pocos los que hacen las cosas bien, y la razón es que hablar, siempre será más fácil que hacer. Así que como diría la genial Lucía, siempre debemos pensar que las personas que hablan mal de nosotros, ciertamente, no nos conocen... porque si lo hicieran, seguramente hablarían muchísimo peor.

¡Qué gran verdad y qué gran luz y sentido le dio a mi vida!

Ahora sé que la bomba no explotó. Ahora entiendo que las personas malas existen y siempre existirán. Y ahora sé que yo tengo el derecho de brillar y molestar a la gente con mi brillo, porque para bien, o para mal, siempre van a terminar hablando de mí... así que mientras lo hagan, es señal de que estoy tan viva en sus mentes que no pueden dejarme pasar. Como diría Kike: "son el tipo de problemas con los que se tienen que lidear cuando, involuntariamente, eres importante"... y sí... soy verdaderamente importante.

Y es todo. No tengo nada más que decir porque de hecho, ya he dicho demasiado. Pero no quiero dejar de agradecer a Lucía y Risto por sus palabras. Sé que jamás sabrán lo que han iluminado mi vida, pero al menos me queda el consuelo de que siempre que esté hecha polvo, podré recurrir a la casualidad de ADN y sumergirme en sus adictivas columnas. Después de todo, es bien sabido que lo que viene, conviene, y si no, al menos entretiene.

3 comentarios:

Eilonwy dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
**CHIBI-STAR** dijo...

SIIS!!

Yo voto porque dejes de deprimirte o cambies papeles conmigo jaja.. Tú te vienes a hacer la porquería de tesis y yo veo bichitos y disfruto de España.

Yo sé que es re dificil estar tan lejos de la familia por primera vez, pero las oportunidades sólo se dan una vez y hay que aprovecharlas al máximo.

Un besote!!

JAA NE

CHIBI-STAR

Fée dijo...

Ciertamente, Sofi, intento disfrutar de España todo lo que puedo. Es un país precioso y la gente me encanta.

El problema real que tengo ahora es que no tengo tiempo para caminar por las calles de Madrid. No tengo tiempo para pensar en cosas lindas que visitar o cosas ricas que comer.

No tengo tiempo más que para trabajar, trabajar y trabajar. Supongo que con el tiempo será diferente... pero por ahora...

Eso...

Gracias por comentar.

¡TQM!