miércoles, 25 de febrero de 2009

Buscó tantos y tantos lugares...





... buscó a través de los mares y en los cielos cubiertos de estrellas.

Buscó también en los jardines o en las urbes repletas de hierro.

Buscó y buscó y muy poco fue lo que pudo encontrar.

La tierra parecía tan gris y diferente al Celeste de sus recuerdos. Pero el día menos pensando, a la hora menos esperada, arribó a una ciudad que parecía hundirse a placer del horizonte.

Y la magia surgió entre miles de atuendos de colores.

Y dulces máscaras llenaron sus sentidos.

Y su mundo, pleno de incertidumbre, al fin respiró un momento de paz.

Sapphire, que había viajado tanto, por fin encontró un lugar en la tierra donde la fantasía se volvía realidad.

Por eso le gusta Venecia...

Por eso adora la palabra "Carnivale"...

Por eso y porque es un hada que no deja de soñar.

martes, 24 de febrero de 2009

Cuando hay talento...




... lo demás es ganancia.

No tengo más que decir. El video habla más que mil palabras. Lo único que quiero recalcar es que actores de la talla de Hugh Jackman son los que mantiene el glamour de Hollywood intachable.

¡Que ganas de haberlo visto en vivo!

lunes, 23 de febrero de 2009

ADN... ¡al rescate!











La vida está llena de casualidades. Algunas son tan naturales que recaen en la cotidianeidad, otras son tan atípicas que seguramente piensas que nadie jamás las ha vivido antes, y las menos, recan en el rango de lo inexplicable... como si aquello que te pasó fuera sólo el primer paso hacia la salvación.

No, no me he convertido a ninguna secta religiosa. Lo cierto es que hay momentos casuales que al llegar a tu vida se convierten en la forma más rápida de entender que no hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista. Así me sentía un par de semanas atrás y así me sentía justo esta mañana: hecha polvo y con una nube gris sobre mi cabeza.

Y sí, ya antes me he sentido tan mal que he tenido ganas de dormir eternamente sin que ningún príncipe inoportuno ose despertarme (por muy parecido que sea a Gerard Way). Digamos que todo a mi alrededor carecía de color y la vida misma me parecía un cúmulo de cosas tan patéticas que rayaban en lo intolerable. En pocas palabras, estaba en fase emo... y no.. no pretendía, ni por un minuto, salir del bache.

No obstante, ahi mismo es cuando la casualidad de ADN hizo que yo abriera los ojos y me sintiera motivada. Y no es que de pronto me diera cuenta que mi material genético es de calidad insuperable (que lo es, dicho sea de paso). Sino más bien que dos veces seguidas una columna de un diario gratuito que se entrega a la entrada de la estación de metro me dio la lección más importante de mi vida: no tengo que ser estúpida.

La primera casualidad vino de la mano de la columna "Hartículos" de Risto Mejide. Cabe mencionar que yo, por muy extraño que suene, no cuento con televisión, por lo que no tenía ni idea de que él fuera jurado del programa OT. Luri me lo comentó y luego Mony me lo confirmo. Una me dijo que era un asco de persona y la otra que representaba el personaje del "malo" del reality, pero que en realidad, no era tan borde como parecía. Honestamente, a mi me tiene sin cuidado si es un completo desgraciado o un alma de Dios bajada del cielo a patadas, lo realmente importante es que él me dijo a través de su texto "Que llueva, que llueva" justo las palabras que yo tenía que escuchar: que los tiempos difíciles son extraordinarios. Que vivirlos es la única forma genuina que tenemos para apreciar lo que alguna vez tuvimos, lo que ahora tenemos y lo que muy seguramente intentaremos recuperar. Que el infortunio colectivo reconforta, pero que al final, no puedes pasarte la vida lloriqueando en espera de que alguien te rescate y enfrente por ti al monstruo de la depresión, porque ese alguien no existe, nunca existió y por obvias razones, jamás existirá. So... a rascarte con tus propias uñas que de eso se trata la vida: de que sea jodida, pero contenta (sí, me robé la frase consentida de Miri de la rola de Concha Buika).

Cómo seguramente pensarán, después del punto de genialidad que el señor Mejide instaló en mi cabecita, todo tendría que ir mejor. Pues no, porque así soy yo de negativa y derrotista. Basta que atenten contra mi precaria auto-estima y que señalen lo inútil de mis más anhelados esfuerzos, para que la fase emo se reinstaure en mí con un poderío extraordinario. Volvió la depresión, la falta de hambre, la soledad y la angustia... sobre todo eso... la angustia de pensar que a muchos kilómetros de Madrid, estaba a punto de explotar una bomba que alguien con muy mala fe había accionado para convertir mi ya muy complicada vida en una rotunda pesadilla. Estaba hecha polvo. Triste, decepcionada, incluso podía decir que completamente devastada, y fue entonces que la casualidad hizo de nuevo su acto de aparición de la mano de Lucía Etxebarria y su columna "The End" en ADN.

Debo decir que no sé nada de Lucía. No sé si sale en la TV o sólo escribe para ADN. Lo cierto es que en mi total ingenuidad sobre su persona, sus textos siempre han sido de mis favoritos y por ello todos los lunes me apresuro a terminar de hojear el diario para deleitarme con sus palabras. Esta vez no fue la exepción... aunque puede que sí lo fuera. Puede que en el fondo al leer el título de "Las malas lenguas", intuyera que en realidad algo completamente diferente pasaría cuando terminara de leer. Y pasó. Y fue así porque ella dijo justo lo que en esta ocasión necesitaba escuchar: la hipocresía es un grave defecto moral pero una gran virtud política, y por lo mismo, todos se sienten con el poder de utilizarla para criticar, para difamar y para herir. No obstante, pese a que son muchos los que hablan mal, son muy pocos los que hacen las cosas bien, y la razón es que hablar, siempre será más fácil que hacer. Así que como diría la genial Lucía, siempre debemos pensar que las personas que hablan mal de nosotros, ciertamente, no nos conocen... porque si lo hicieran, seguramente hablarían muchísimo peor.

¡Qué gran verdad y qué gran luz y sentido le dio a mi vida!

Ahora sé que la bomba no explotó. Ahora entiendo que las personas malas existen y siempre existirán. Y ahora sé que yo tengo el derecho de brillar y molestar a la gente con mi brillo, porque para bien, o para mal, siempre van a terminar hablando de mí... así que mientras lo hagan, es señal de que estoy tan viva en sus mentes que no pueden dejarme pasar. Como diría Kike: "son el tipo de problemas con los que se tienen que lidear cuando, involuntariamente, eres importante"... y sí... soy verdaderamente importante.

Y es todo. No tengo nada más que decir porque de hecho, ya he dicho demasiado. Pero no quiero dejar de agradecer a Lucía y Risto por sus palabras. Sé que jamás sabrán lo que han iluminado mi vida, pero al menos me queda el consuelo de que siempre que esté hecha polvo, podré recurrir a la casualidad de ADN y sumergirme en sus adictivas columnas. Después de todo, es bien sabido que lo que viene, conviene, y si no, al menos entretiene.

domingo, 22 de febrero de 2009

"Slumdog Millionarie"




¿Qué pasa cuando un chico hindú criado en la calle, sin el menor atisbo de educación, está a punto de ganar 20 millones de rupias en el más famoso programa de concursos de su país? ¿Cómo lo ha logrado? ¿A qué se debe este maravilloso giro del destino?

A. Es un tipo con suerte
B. Está haciendo trampa
C. Es un genio
D. Estaba escrito en su destino.

Con esta premisa Danny Boyle introduce al espectador en su más reciente cinta "Slumdog Millionarie" o lo que sería lo mismo "Niño de chabola millonario"... y no sólo nos motiva a pensar en el tipo de respuesta que nosotros daríamos a la vida de Jamal (Dev Patel), su protagonista, sino que además nos sumerge en una realidad tan cruda como es la vida de los niños de la calle en un país tan extremo como la India.

Abusos, violencia, armas, odio y pobreza son la constante durante toda la cinta, y sin embargo, entre toda esa sarta de acontecimientos que podrían dejar mudo a cualquiera, Boyle no deja de lanzar gestos de fe y optimismo que te acompañan hasta el final de la cinta donde es imposible no liberar una lágrima. Y no, que no se malentienda mi comentario, esta película no es ni remotamente cursi. Esta película es como la vida misma, y quizás por eso, resulta más conmovedora.

Los "Tres Mosqueteros" de Boyle son tan niños, tan adolescentes y tan adultos como podrían serlo cualquiera de nosotros. Salim y su inteligencia extrema. Latika y su dulzura eterna. Jamal y sus ganas de conseguir lo que más anhela en el mundo: ser feliz al lado de la persona que más quiere. Imposible no salir emocionado de la sala después de ver esta obra maestra, que no sólo presenta una fotografía perfecta, una música contagiosa y un manejo de la cámara magistral, sino que además, tiene algo que es muy difícil encontrar en el cine de hoy en día: sentimientos a flor de piel.

Sin duda, a lo largo de mi vida he tenido el privilegio de ver muchas pelis. Algunas me han dejado buen sabor de boca, otras han pasado sin pena ni gloria y unas cuentas me han sorprendido al grado de no saber si me gustan o en realidad las odio. El caso es que si tuviera que catalogar a "Slumdog Millionarie" en alguna de esas tres categorías, me resultaría imposible hacerlo... porque esta peli, es más que una simple peli. Es un homenaje a la vida, a la fé y a la supervivencia. Un constante tributo al optimismo y un aliciente para seguir creyendo en el amor.
Ojalá tengan la oportunidad de verla en estos días...

Ojalá le den el OSCAR que se merece...

Y ojalá existan muchas personas en el mundo que sepan apreciar la belleza de una historia que pudiendo ser un típico cuento de hadas, terminó siendo más que eso: un real bosquejo de inspiración y genialidad.

¿Quién necesita de cotizados actores de Hollywood para hacer una obra maestra?

Danny Boyle, por obvias razones, no.

¡Al cine todos!